jueves, 31 de julio de 2008

Se va y se viene

Se va y se viene todos los días. Se suben y se bajan las escaleras de la enseñanza, del asombro, de la experiencia. Se va y se viene, como la marea abruma las playas quietas. Se sabe que se va cuando los pies caminan, cuando el corazón palpita en las manos. Se sabe que se viene cuando se cruzan los brazos, se escurre el agua tiesa de los ojos. Se va y se viene, todos los días, en los abrazos del mediodía, en la hora de la comida, en la estupenda risa de las tardes de lluvia. En las horas de vida, en las noches de siempre, con la luna en las estrellas y el mar en la poesía. Se van los besos, el tiempo, el terrible tiempo. Pero uno se queda, aferrado al propio aliento, con las gentes de siempre, con la lluvia apagada. Nos quedamos. Solos, libres. Aquí, sentados en la banca de la vida. Y en la mañana, en el rocío de las plantas, en el aire del viento, nos levantamos del sueño, para ir y venir, y seguir viviendo.

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