sábado, 5 de julio de 2008

Es malo hacer monstruos en la cabeza

Es malo hacer monstruos en la cabeza. Basta con una mecha tibia de problemas. Todo se enciende, como la luz del mediodía. El monstruo devora tu vientre y te convence del terror que inventas. La cura, su mejor aliada, te sonríe en la esquina de tu improvisado deseo de sentirte libre. Túnel de espanto, lento, grito amordazado; se escucha la marcha del llanto. Y el monstruo, cansado, perdido, se vuelve agua, tiempo, olvido. Y todo tú te vuelves en ti. No sabes, no sientes. Eres, eres algo. Y en el aire quieto, la luz se enciende, y todo acaba.

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