viernes, 26 de septiembre de 2008

Hay horas

Hay horas en que uno lo sabe todo. Es tan simple, tan insoportable: la carne, el miedo del rostro, el rincón de la cordura. No necesito nada, nadie. Ni el calor del aire, ni la mano de alguien, ni el secreto oculto de las flores. Sé que lo sabes, que lo sé, que ambos sabemos. Lo vi ayer, en el sueño de tus ojos; lo vi hoy, en el tiempo que te tuve; y mañana, en el día que nos tengamos. No quiero saberlo, es cierto. Quedan muchas horas, días, lunas, soles, para darme cuenta, para abrirme los ojos. ¿Pero qué pasa, amor, cuando en tus ojos y en los míos no hay nada, ni una brizna de vacío, ni una excusa de querernos?

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