viernes, 14 de marzo de 2008

Poesía blanca


Ayer en la noche me asomé por la ventana: un paisaje pintado de blanco mantenía mis ojos perdidos en su brillo. Imponente, única y escandalosa. Luna llena. Suficiente para curar los males de toda enfermedad. Dueña de los ánimos y el sufrimiento. Orquesta de luz, quema el negro y se vuelve cielo nocturno. A los ciegos les devuelve el mundo y a los enamorados una caricia blanca. Lagos y mares se arrodillan y lucen tonos impropios en plata. Dueña del firmamento hasta que las estrellas se rebelan en luz de día. Pareciera que podemos tocarla con sólo estirar la mano, dejarnos llevar y llegar a ella. Jugar y reír hasta volvernos su amiga, y conocer los secretos del mundo. Pero cada noche, una luna diferente se adueña del cielo y lo hace suyo. Y de vida no sabe nada, más que brillar y hacer de la luz una poesía.

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