viernes, 14 de marzo de 2008

El domador de letras

Cuantas veces lo soñó. Escribir siempre fue la salida, pero sólo era posible crear cuando las letras se dejaban engañar por excelsos instantes. Pensando que jamás se fundirían con las hebras del papel, arreciaban contra las hojas velozmente sin saber lo que la mano opresora entretejía, coordinada con una mente turbia de pensares ahogados en el tiempo. Habiéndose casado ya con un rompecabezas salpicado de tinta, pedían el divorcio. Era un cáncer que las desbarataba, las libraba de pertenecer, de ser, de existir. Se evaporaban con la lluvia que corría las manchas escritas. Mientras se alejaban del consciente real, sonreían victoriosas. Llorando soberbia, buscaban la resonancia y olvidaban el tiempo. Deseaban entrar de nuevo en el papiro, cerrar el candado de otra historia. Estúpidas e indefensas, se doblegaban al ver desembocar un río caudaloso de emociones, inundado de experiencias; de lo vivido y lo esperado. Volvían a una dictadura asfixiante. Se alineaban formando palabras. Luego eran frases. Sin pavonearse, la luz se escapaba de su cuerpo como el sol desprecia las playas en los ocasos de otoño; les robaba la vida, la autonomía. Habían perecido. Los dedos empuñaban con dolo, la pluma ensangrentada del deseo más puro del triunfo. Animar las letras en laberintos temporales del cosmos literario: la conquista de escribir nuevamente.

1 comentario:

francoscar dijo...

Abstracto como lo comentaste,existe acaso una metafora? o simplemente la inventé yo mismo cayendo en algo aun mas abstracto de lo que el texto ya lo es? no se, la frase de "volver a la dictadura" me gusto.