
Los locos andan por ahí. Como fantasmas, en cada paso que no acaba. Dejan la piel en las bancas del parque, toman los camiones a los que no sube la gente. Se van soñando la vida que se inventan, los mundos que no caben en los ojos cuerdos. Andan por las calles de aire, envidiables, sonrientes de la nada. Corren del hervor del tiempo, no dejan rastro de ilusiones, ni ánimos de miedo. Tienen amigos en la tierra, en la luz de los colores, en las dos caras de la luna. Escriben tanto, platican nada. Se beben de la noche las ideas, de los cuerpos la terrible enfermedad de estar despierto. Para ti, y para el mundo, los locos se reservan las palabras, y no dicen, sólo callan.