viernes, 26 de septiembre de 2008

Sin presiones

Sin presiones, ni prisas, se quiere, se ama. Sinceramente, en la memoria interna que mata y desgarra, con el tiempo del tiempo, infinito y eterno, se ama. En las horas de abstinencia y soledad, se quiere, se desea. Con el corazón frío, triste, se desprecia. En la mañana, con el rocío que alborota las plantas, se sufre, se calla. Se es hombre, mujer y niño, cuando tener corazón es un castigo y al rato son risas ocultas que se vuelven besos. Sin fuerza, la mano libre que señala a la mirada ausente, que no sabe, que no vive. Los dos se quieren, perdidos en mares de ignorancia. Pero se cansan, y al final del día, cuando nadie mira, cuando el llanto pasa, se ven, se abrazan. Se alejan con la magia del cariño falso, hundido. Corren a escondidas de los ojos del mundo, al rincón de la amargura que arrebata todo. Los va secando, secando. Y de pronto, cuando el ruido es aire y la vida es todo, se detiene el tiempo, y se miran, y callan. Se dan cuenta que ya se han dicho todo.

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