viernes, 26 de septiembre de 2008

Lejos

Nadie hizo mi cama esta mañana. Mi ropa está en el suelo, el frío en su lugar, la luz abandonada, el tiempo en sus instantes. Nadie me llamó a desayunar. La cocina, sola, terriblemente sola, dolía. El silencio perfecto, los sonidos enteros. ¿Qué quieres desayunar?; mis ganas resistían el hambre de tristeza. La distancia de sus risas, el encuentro inesperado, el recuento del día, la comida a media tarde, el deleite de tenernos. Saber que estoy y estamos, a ratos, en palabras y gestos, en los meses tranquilos, cuando estamos los cuatro. Se trata de extrañarlos, de amaestrar el temblor de la mirada, de saborear un par de lágrimas y viajar hasta sus brazos. Cada mañana, entre luces miedosas, despierto, tendido en mí, sabiéndome lejos. No es fácil. Pero afuera, el día despierta, y comienza a caminar sin ayuda de nadie.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto este en especial, es una descripcion perfecta de el cambio que acabo de tener y que en momentos todabia me pega, vivir solo es una experiencia todabia nueva para mi, pero me a enriquesido bastante.

chepe

Familia Torres López dijo...

Hoooooolaa!!!

Qué bien se siente leerte!! Gracias por dejarnos entrar en tu mundo, por contaminarnos con tus experiencias (contaminar es una palabra que me gusta, siempre la utilizo en el mejor de los sentidos, lástima que muchos la entiendan como un sinónimo de desagradable/sucio), por darnos permiso de entrar a ciertos espacios de tu vida....

Qué gusto da encontrarte de nuevo...

Un abrazoo!!